La impermeabilización de edificios es un proceso fundamental para garantizar la protección de las estructuras contra la humedad y el agua. Nuestra oferta de servicios de impermeabilización de tejados en Tudela consiste en aplicar materiales y técnicas especializadas que evitan la filtración de agua desde el exterior, prolongando la vida útil de la construcción y manteniendo la calidad de los espacios interiores. Este procedimiento es especialmente importante en áreas expuestas como techos, muros, sótanos y cimientos. Aplicada en los techos y terrazas, la impermeabilización evita que la acumulación de agua por lluvias genere filtraciones que puedan dañar las estructuras internas y los acabados interiores: goteras, humedades, condensaciones, etc. Los sistemas más comunes incluyen el uso de membranas asfálticas, poliuretano líquido o recubrimientos acrílicos, que forman una capa continua y resistente a las inclemencias climáticas.

 

En los cimientos y sótanos, la impermeabilización es crucial para proteger la edificación de la humedad del subsuelo. Aquí se suelen emplear barreras físicas como membranas impermeables, así como sistemas químicos que bloquean el paso del agua a través de los materiales. Esto previene problemas como el debilitamiento del concreto o la aparición de moho. La impermeabilización también es esencial en los muros exteriores, donde protege las paredes contra la penetración de agua de lluvia. Para ello, se utilizan selladores, pinturas impermeables y sistemas de drenaje adecuados que desvían el agua lejos de la estructura. En general, un edificio bien impermeabilizado no sólo se mantiene más seguro y funcional, sino que también contribuye al confort y la salud de sus ocupantes con un ambiente más seco. Más higiénico.

 

 

Construcción de tejados en obra en Tudela

 

Nuestra propuesta de construcción de tejados en obra en Tudela nueva considera a la cubierta como un elemento esencial para garantizar la protección, el confort y la durabilidad de una edificación por muchísimos años. Su diseño y ejecución no sólo deben responder a las exigencias estéticas del proyecto, sino también a las condiciones climáticas, estructurales y funcionales. Un tejado bien construido asegura la evacuación eficiente del agua, el aislamiento térmico y acústico y una resistencia adecuada a largo plazo. El proceso comienza con el diseño y planificación, donde se determina el tipo de tejado más adecuado según el uso de la edificación y su entorno. Entre las opciones más comunes se encuentran los tejados inclinados, que facilitan el drenaje de agua y son ideales para zonas lluviosas o nevadas, y los tejados planos, más comunes en diseños contemporáneos o climas secos. En esta etapa también se eligen los materiales, como tejas de cerámica, metal, pizarra o membranas impermeables, según las necesidades específicas.

 

Durante la construcción de la estructura, se instalan las vigas o armaduras que soportarán el tejado. Estas deben estar bien niveladas y fijadas para garantizar la estabilidad del conjunto. Sobre esta base se coloca el soporte (tableros, láminas o paneles) que actúa como plataforma para los acabados finales. Es crucial asegurarse de que la estructura sea resistente al peso y las cargas externas, como el viento o la nieve. Más tarde, se realiza la impermeabilización y acabado del tejado, utilizando barreras de protección como membranas impermeables o láminas transpirables, además de los revestimientos finales, como tejas o recubrimientos metálicos. Este paso definitivo asegura que el tejado sea estético y funcional, proporcionando una protección eficaz contra las filtraciones y mejorando la eficiencia energética de la edificación. Una instalación adecuada y materiales de calidad garantizan un tejado duradero y eficiente.