Vivienda barata y trabajo en la construcción de tejados en Cuenca. El alcalde de un pequeño pueblo conquense lanza un llamamiento: “Tenemos casas vacías y necesitamos trabajadores. Se puede vivir con calidad, sin el estrés ni las carencias de la ciudad”, defiende el regidor, mientras expertos en rehabilitación rural destacan el valor de recuperar estas viviendas tradicionales.
En plena Serranía Baja de Cuenca, rodeado de montes y barrancos, se encuentra Santa Cruz de Moya, un municipio de apenas doscientos habitantes que lucha por mantener viva su esencia. Su alcalde, Virgilio Antón, se ha convertido en una de las voces más firmes en la defensa de la España rural. Hace unos días, un vídeo difundido por la cuenta “NosVamosPalPueblo”, dedicada a mostrar la vida cotidiana en los pueblos, recogía su mensaje claro y directo: “Hay casas vacías y necesitamos mano de obra”.

Construcción de tejados en Cuenca (y muchos otros empleos disponibles)
Durante casi siete minutos, Antón desmonta los prejuicios sobre la falta de oportunidades en el mundo rural. “Aquí se puede vivir muy bien, sin las apreturas ni las necesidades extremas de la ciudad”, asegura. Mientras tanto, Yeray, especialista en rehabilitación de tejados en Cuenca, subraya la importancia de ese tipo de mensajes:
“Muchas de esas casas vacías son auténticas joyas de la arquitectura tradicional. Con una buena rehabilitación se pueden recuperar y hacer perfectamente habitables. El problema no es que falte espacio, sino gente con ganas de invertir en vida rural y en conservar lo que ya existe”.
Naturaleza, piedra y tradición: el valor de lo auténtico
Santa Cruz de Moya se levanta sobre un espectacular barranco, rodeado por un paisaje natural de enorme valor ecológico. Sus alrededores están repletos de rutas de senderismo, como el Cañón del Turia o el Barranco de la Hoz, que atraen cada año a excursionistas y amantes del turismo rural.
Las viviendas de piedra, con tejados a dos aguas y calles empedradas, forman parte de un patrimonio que, según Yeray, debería considerarse una prioridad:
“Cada cubierta de teja antigua, cada muro de mampostería, cuenta una historia. Restaurar esos elementos no solo mejora la estética del pueblo, también lo protege del abandono. He visto pueblos que, con solo rehabilitar diez o quince casas, han vuelto a llenarse de vida”.
La economía local sigue girando en torno a la agricultura, la ganadería y los pequeños servicios, aunque la despoblación ha reducido considerablemente la actividad. Aun así, el municipio mantiene explotaciones dedicadas al cultivo de almendra y a la producción de aceite, además de una planta forestal que genera empleo.
Casas cerradas y un futuro por abrir
Uno de los grandes problemas que señala el alcalde es la vivienda. “Tenemos muchas casas cerradas que podrían alquilarse a quienes quieran venir, trabajar y quedarse”, afirma Antón.
El Gobierno de Castilla-La Mancha ha puesto en marcha iniciativas contra la despoblación dentro del presupuesto de 2025, con programas de rehabilitación de viviendas rurales y ayudas al alquiler. A ello se suman proyectos como “Vente a Vivir a un Pueblo” o el “Proyecto Arraigo”, que buscan conectar a familias urbanas con municipios donde hay casas asequibles y empleo.
Yeray coincide con la necesidad de actuar sobre el parque de viviendas rurales:
“Rehabilitar no siempre significa gastar una fortuna. Muchas de esas casas están estructuralmente bien, solo necesitan mejoras en cubiertas, aislamiento o carpintería. Con unos pocos miles de euros y mano de obra local se pueden transformar en hogares cómodos y eficientes”.
El experto en construcción de tejados en Cuenca también destaca el valor económico de estas actuaciones:
“La rehabilitación genera empleo directo en el pueblo: albañiles, fontaneros, electricistas… Justo lo que el alcalde reclama. Si se impulsa este tipo de trabajo, no solo se arreglan las casas, se reactiva todo el tejido social”.

Un resurgir silencioso en los pueblos de Cuenca
El ejemplo de Santa Cruz de Moya no es un caso aislado. Otros municipios conquenses, como Salmeroncillos, han logrado atraer nuevas familias gracias a proyectos que combinan vivienda, empleo y calidad de vida.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la provincia de Cuenca ha logrado revertir su tendencia demográfica: ha ganado cerca de mil habitantes en el último año, alcanzando los 199.900 censados. Solo la Serranía Baja sumó más de 600 nuevos vecinos en 2023.
Yeray observa este fenómeno con esperanza:
“Cuando la gente descubre lo que cuesta una vivienda en un pueblo y la calidad de vida que ofrece, la decisión es fácil. Lo difícil es dar el primer paso. Pero cuando lo dan, ya no quieren volver a la ciudad. Yo trabajo por toda la provincia y veo cómo se están recuperando casas que llevaban treinta años cerradas”.
Patrimonio y futuro: dos caras de una misma moneda
Santa Cruz de Moya tiene colegio, consulta médica, actividades culturales y oportunidades laborales, pero necesita algo más: personas que apuesten por quedarse.
El alcalde lo resume con emoción: “Tenemos todo para vivir bien y sólo falta gente”.
Yeray complementa esa idea desde su experiencia:
“Si se rehabilitan las viviendas y se fomenta el trabajo en los oficios tradicionales, estos pueblos no solo sobrevivirán, sino que prosperarán. Hay una enorme riqueza en lo rural: materiales nobles, técnicas antiguas y una forma de vida que las ciudades ya perdieron”.
Para él, recuperar una casa vieja en un pueblo no es sólo una obra más, sino un acto de respeto hacia el pasado y una inversión en el futuro:
“Cada tejado que se arregla evita una ruina más. Y cada familia que se instala, da vida a una calle, a una tienda y a una escuela. Es la cadena de la vida rural”.

“Aquí todavía hay mucho por hacer”
Las palabras de Virgilio Antón y la visión técnica de Yeray coinciden en un punto: el medio rural no está muerto, solo necesita oportunidades reales. Santa Cruz de Moya, como tantos otros pueblos de Cuenca, dispone de espacio, naturaleza, vivienda y trabajo.
“Lo que falta es gente que mire más allá de las ciudades y se atreva a empezar de nuevo”, concluye Yeray, mientras recuerda que cada casa restaurada es una historia que vuelve a comenzar entre las montañas conquenses.














