Comentamos los derribos y la gestión de desescombros en Lerma y Aranda de Duero. Aranda de Duero y Lerma son dos municipios vecinos situados en la provincia de Burgos, Castilla y León. A lo largo del tiempo, ambas localidades han experimentado transformaciones urbanísticas y demográficas que han ido modelando su estructura física. Aranda, más poblada y con un dinamismo industrial y comercial importante, ha tenido una expansión urbana mayor, con productos residenciales e incluso polígonos industriales. Lerma, con una menor población y marcada por su rico patrimonio histórico –como el conjunto de la Plaza Ducal, el Palacio Ducal o el Monasterio de la Ascensión– ha afrontado con especial cuidado cualquier intervención sobre su trazado tradicional.
El entramado cultural y arquitectónico de ambas localidades convive con necesidades contemporáneas como nuevas infraestructuras, viviendas adaptadas, accesibilidad, sostenibilidad y rehabilitación energética. En este marco, surgen procesos de derribo —aquellos que implican la demolición total o parcial de edificaciones— y la gestión de los escombros resultantes, que enlazan aspectos técnicos, legales, ambientales, y también de responsabilidad social y económica.
Camión de juguete del Museo del Juguete de Lerma.
Empresa de derribos en Lerma y Aranda de Duero
¿Por qué derribar edificios? Una causa objetiva para el derribo es la degradación física. En Aranda, por ejemplo, existen viviendas construidas en los años 50–70 que, sin un adecuado mantenimiento, resultan peligrosas por deficiencias en cimentación, grietas, humedades masivas o estructuras metálicas oxidadas. La posibilidad de efectuar derribos en Lerma o Aranda de Duero se plantea cuando una rehabilitación sería costosa o técnicamente inviable, sobrepasando el valor económico del inmueble.
En Lerma, la degradación puede llegar a implicar ruina o colapso parcial, con riesgo para viandantes en zonas de alto tránsito —como el entorno de la Plaza Mayor—, convirtiendo el derribo en una medida de seguridad perentoria.
Reurbanización y planificación urbana
Derribar no siempre supone sustituir simplemente; frecuentemente es parte de un rediseño urbano. En barrios obsoletos o mal conectados surgen propuestas para renovar la trama viaria, ampliar aceras, construir zonas verdes o espacios públicos. Aranda ha lanzado iniciativas para convertir pequeñas parcelas obsoletas en plazas, conexiones peatonales o equipamientos sociales. En estos procesos, el derribo de un bloque antiguo se convierte en una oportunidad para introducir mejoras urbanísticas y cambiar usos intensivos.
En ocasiones, la revalorización inmobiliaria es el motor. Un promotor compra un solar con una casa vieja, derriba la construcción para edificar una promoción moderna. En Aranda han surgido bloques de 4 o 5 plantas en parcelas donde antes había viviendas unifamiliares de una o dos alturas. En Lerma esta práctica es más limitada y regulada por el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico, aunque hay ciertos casos en zonas periféricas donde sí se permite densificar respetando rasantes y volumetrías.
Seguridad y bienestar vecinal
Edificaciones con infraviviendas, usos irregulares, o ausencia de mantenimiento generan molestias por ruido, ratas, humedades, esquinas inseguras… En Aranda se han impulsado derribos en bloques cerrados, protegidos, para desmontar situaciones de riesgo sanitario o social. En Lerma, derribar una antigua vaquería colindante con viviendas ha permitido replantear un pasaje peatonal mucho más seguro.
A veces, el derribo se activa por colapso, incendio o catástrofe —daños por tormentas intensas, goteras masivas en edificios antiguos o rotura de forjados. Aunque no sucede frecuentemente, en Aranda han sido casos puntuales de derrumbe parcial de naves, obligando a actuar por seguridad municipal. En Lerma ha ocurrido un incendio en un casón de adobe en la zona patrimonial, cuya demolición posterior se decidió con cuidado, preservando los restos con arqueología urbana.
El Real Decreto Legislativo 7/2015, por el que se aprueba el Código Técnico de la Edificación (CTE), exige ciertas condiciones que, si no se cumplen, motivan el derribo. Además, el Real Decreto 105/2008, regula la gestión de residuos de construcción y demolición (RCD): obliga a segregar residuos, dar uso a materiales reutilizables (hormigón, ladrillos, metales…) o enviarlos a plantas autorizadas.
Castillo de juguete del Museo del Juguete de Lerma.
Normativa de derribos en Castilla y León
La Ley 11/2021 de residuos y suelos contaminados de Castilla y León armoniza las exigencias del Estado con particular énfasis en la reutilización en planta de reutilización autorizada, fomento del reciclaje y reducción de vertidos. Los gestores deben presentar un plan de gestión de RCD, que cubre desde la producción en obra hasta el destino final. Asimismo, hay interés creciente por exigir un porcentaje de materiales reciclados en nuevas obras.
Aranda de Duero: El Reglamento Municipal dice que cualquier derribo requiere licencia urbanística, que incluye presentación de proyecto técnico, plan de seguridad y salud, plan de gestión de residuos y justificantes de contratación con gestor autorizado. El Ayuntamiento inspecciona antes, durante y después del derribo. Además, se exige señalización de obra, medidas de seguridad y, cuando proceda, restauración del entorno (replantación de árboles, pintado de fachadas contiguas…).
Lerma: Cuenta con un Plan de Protección del Conjunto Histórico. Todo derribo en zona protegida debe superar una valoración patrimonial. Puede requerirse aprobación previa en Comisión Territorial de Patrimonio o apoyo de documentación gráfica (fotografías, planos históricos) para justificar que no alterará patrimonialmente el entorno. Si existen restos arqueológicos, debe supervisar una intervención arqueológica antes y durante el derribo.
Etapas del procedimiento de derribos en Lerma y Aranda de Duero
- Solicitud de licencia municipal junto con proyecto técnico y estudio de gestión de RCD.
- Estudio de impacto, si necesario (cercanía a vía, al patrimonio, ruido).
- Aprobación y notificación a los colindantes.
- Ejecución del derribo: medidas de seguridad y protección, gestión de residuos in situ, segregación en contenedores (madera, metal, hormigón, tierra).
- Retirada de restos: vehículos autorizados y planta de tratamiento.
- Limpieza post‑obra: aceras, mobiliario urbano.
- Memorial documental: presentación final al Ayuntamiento con certificado de tratamiento de residuos y fin de obra.
Gestión de desescombros en Lerma y Aranda de Duero
¿Qué escombros genera un derribo? Los residuos de construcción y demolición incluyen tierra, hormigón, ladrillos, cerámica, yeso, madera, metales, plásticos, vidrios… Un volumen significativo puede provenir de estructuras gruesas (muros y forjados). En Aranda, operaciones más grandes en bloques de 3 – 5 plantas generan cientos de toneladas. En Lerma, derribos más pequeños también arrojan decenas de toneladas por casón.
Es clave separar los materiales:
Hormigón y ladrillo: se fracturan y clasifican como áridos reciclables.
Tierra: se puede reutilizar como relleno.
Madera, metales y plásticos: se llevan a gestores específicos (chatarra, madera).
Residuos peligrosos (baterías, fluorescentes, amianto): requieren tratamiento especial, equipamientos, destino en instalaciones autorizadas.
Las plantas autorizadas reciben estos materiales, los trituran y los procesan para convertirlos en áridos recyclados. Un ejemplo cercano a Aranda es la planta de Torregalindo (Burgos), que acoge escombros de toda la provincia. Para obtener certificaciones (CE) los áridos reciclados deben cumplir requisitos de granulometría, resistencia, contaminantes.
Los materiales reciclados se usan en capas base de carreteras, rellenos, drenaje. En Aranda, el Ayuntamiento ha usado áridos reciclados en reposición de caminos rurales y zonas agrícolas. En Lerma se ha utilizado tierra vegetal del derribo de un patio para restaurar un jardín público. La reutilización reduce la extracción natural, evita vertederos y promueve la economía local.
Gestión de costes y subvenciones para derribos en Lerma y Aranda de Duero
El coste de segregación y transporte puede ser superior que enviarlo todo a vertedero, pero se compensa con subvenciones de la UE o la Junta de Castilla y León para proyectos sostenibles. Por ejemplo, en Aranda varios derribos han recibido ayudas del FEDER o editores locales, reduciendo entre un 20–30 % el coste global. En Lerma, gracias al programa de regeneración del Conjunto Histórico, también se ha potenciado proyectos con gestión responsable de RCD.
Los gestores deben emitir los documentos de control de residuos (DCR), con origen, cantidad, tipo, gestor y destino. El Ayuntamiento exige en la documentación final la relación completa de DCRs y certificado de cierre oficial. Un mal manejo —como verter residuos en campo sin permisividad— conlleva sanciones administrativas que pueden alcanzar miles de euros, según el reglamento municipal.
Aranda: derribo de bloque en el barrio de Santa Catalina (2023)
Un edificio de 5 viviendas, construido en los años 60, presentaba estructuras oxidadas y riesgo de colapso parcial. Fue adquirido por una promotora que solicitó licencia para derribo y edificación de bloque de 10 viviendas con garajes y zona verde.
Se realizó estudio ambiental y previsión de escombros (≈500 t).
Se planificó segregación en obra, con contenedores para metálicos, áridos y envases.
El Ayuntamiento permitió reutilización parcial de áridos para apuntalamientos temporales.
El derribo se hizo con grúa y placas de protección.
El resultado fue una edificación moderna y un espacio comunitario abierto.
Este proceso generó debate entre vecinos: algunos criticaban el aumento de densidad, otros celebraban la eliminación de un foco de peligro. El Ayuntamiento alegó mejoras en accesibilidad peatonal, accesos a personas con movilidad reducida y estética urbana.
Aranda: demolición de nave industrial en el polígono de Montecillo (2022)
Una nave metálica acumulaba amianto en cubierta. Su derribo implicó riesgos por la friabilidad del amianto, por lo que se requirió:
Contratista con certificación de retira y embalaje de amianto.
Plan de descontaminación y plan de gestión de residuos peligrosos.
Transporte a vertedero específico.
El resto de la estructura metálica se envió a reciclaje. El solar quedó preparado para ampliación del polígono.
Lerma: derribo parcial en la calle San Juan (2024)
Un antiguo caserón adosado a viviendas contiguas requería demolición parcial para incorporación de una nueva vivienda unifamiliar.
Se protegieron fachadas colindantes con contravientos.
Se hicieron controles arqueológicos por restos mudéjares descubiertos.
Los escombros cerámicos se reutilizaron para relleno interno.
La operación fue supervisada por Patrimonio, que aprobó la intervención.
Lerma: reconstrucción y derribo en el Monasterio de la Ascensión (2023–2025)
Fue necesaria una demolición selectiva tras ceder parte del ala oeste del edificio. Se retiraron restos estructurales con cuidado —por tratarse de Bien de Interés Cultural—, registrándose piezas talladas y piedras labradas en banco de cantera, catalogadas y restauradas in situ. Posteriormente se hizo reforzamiento y reconstrucción adaptada a uso cultural (salas para actividades, archivo histórico). El derribo se integró en un programa turístico y de actividad pública, generando consenso social.
Aranda puede centrarse en compactar urbanismo sin agotar suelo, pero Lerma debe proteger su trazado y escenificarse como un referente histórico. La clave está en adoptar criterios de derribo únicamente cuando el valor patrimonial es inferior a los beneficios funcionales, y siempre con mediación municipal y consultas ciudadanas donde proceda.
Integración de criterios de sostenibilidad en los derribos y desescombros en Lerma y Aranda de Duero
Existen tres vectores principales:
Cero vertidos: maximizar reutilización de materiales en obra, incluyendo áridos y tierras.
Eficiencia en transporte: agrupar residuos y bajar emisiones gracias a un mejor planeamiento de flotas.
Economía circular: colaborar con plantas de reciclaje regionales, reutilizar material recuperado en nuevos edificios o equipamientos públicos.
La gestión tradicional se apoya cada vez más en registro digital: uso de drones para reconocimiento, sensores acústicos y vibracionales, apps para controlar entrega de residuos, trazabilidad blockchain para documentos DCR. No obstante, salvo iniciativas puntuales (start‑ups en Burgos y Valladolid), no se ha generalizado a Aranda o Lerma. El desafío radica en involucrar pequeñas empresas de la construcción en sistemas digitales, para reducir errores, pérdidas de certificados y mejorar transparencia ante la ciudadanía.
Un reto es mejorar la capacitación técnica de contratistas, especialmente en la segregación in situ: esto requiere cursos sobre normativa regional, equipamiento, PRL (prevención de riesgos laborales), manejo de residuos peligrosos, manipulación de amianto y coordinación de seguridad y salud. Las administraciones públicas pueden ofrecer subvenciones para formación o exigir certificación mínima para acceder a obras públicas.
Los vecinos a menudo desconocen los procedimientos o tienen dudas sobre ruidos, escombros, plazos o consecuencias. Pero existen soluciones para todo esto.
Placas informativas en obra que indiquen los plazos, el responsable, destino y reciclaje de escombros.
Páginas web municipales con seguimiento en tiempo real de obras autorizadas.
Asambleas vecinales o canales de contacto directo en zonas de derribo.
Ventajas de los derribos en Lerma y Aranda de Duero
Los derribos generan trabajo para operarios, paisajistas, técnicos en gestión de residuos, transportistas y recicladores. Una operación de derribo grande genera temporalmente entre 10 y 25 empleos directos y adicionales del orden de 5 – 10 indirectos en planta y servicios asociados.
Las plantas de reciclaje o gestión de residuos cercanas, así como chatarra, cemento, áridos, o silos reutilización reciben ingresos complementarios. El círculo económico beneficia al municipio: recaudación vía licencias, multas, plusvalías, así como derivados de nueva construcción, como beneficio de tasas o IBI por edificios más caros. Un edificio antiguo arruinado puede depreciar su manzana o calle. Su derribo, y sobre todo su renovación, puede aumentar entre un 10 % y un 25 % el valor de las viviendas colindantes, según estudios en ciudades semejantes. En Aranda se ha observado este efecto sobre todo en distritos donde se ha aprovechado inversión privada o pública en espacio público asociado.
Cuando los vecinos se sienten informados y partícipes, se reduce la oposición a derribos. En Lerma se generó una comisión de seguimiento ciudadana en el derribo del caserón de San Juan; su implicación ayudó a que el proyecto se aceptara y se reinterpretara el dibujo urbano de forma socialmente consensuada. La reutilización de áridos evita extracción de gravas naturales en cantera. Se estima que un metro cúbico de hormigón reciclado sustituye aproximadamente 0,9 m³ de gravas. Si Aranda recicla 5 000 t anuales, se ahorran decenas de miles de metros cúbicos de áridos naturales.
Triturar y transportar escombros emite CO₂, pero es mucho menor que la producción de cemento. Un estudio regional sitúa la huella de carbono de un metro cúbico de árido reciclado en unos 15 kg de CO₂ equivalente, frente a alrededor de 250 kg/m³ del proceso de extracción, transporte y producción del árido natural. Si en Aranda se reciclan 5 000 t, se evitan cerca de 1 000 t de CO₂. Las plantas de trituración usan agua para supresión de polvo; sin tratamiento, esa agua puede contaminar. Las plantas autorizadas reciclan el agua de lavado. El rechazo está sujeto a normas de vertido. En Aranda y Lerma se exige certificación de cumplimiento ambiental y en algunos casos se usan sistemas cerrados o en circuito.
Tras un derribo, reponer vegetación mejora la calidad del microhábitat urbano: sombra, azoteas verdes, corredores biológicos. En Aranda, en un derribo municipal de un edificio de 3 viviendas, se aprovechó para instalar un jardín lineal con especies autóctonas (lavanda, romero, reseda), generando beneficio estético y ecológico.
Patrimonio histórico y sensibilidad cultural
Si bien Aranda no tiene la misma densidad patrimonial que Lerma, también cuenta con cascos antiguos (la plaza Mayor medieval, el puente de las congregaciones). Allí, los derribos deben preservar volumetrías armónicas, encaje con fachada principal y respeto a almacenes tradicionales. Por ejemplo, un derribo en calle Isilla se acompañó de reconstrucción estética de zócalo histórico en piedra, replicando elementos antiguos.
El municipio goza de un patrimonio declarado como Conjunto Histórico-Artístico (1978). Cualquier derribo, aunque parcial, exige intervención de la Comisión Territorial de Patrimonio. Por ello se privilegian las intervenciones integradoras. En caso de fragmentación irreparable, puede permitirse derribar una parte secundaria de edificio, dejando visible en fachada original la totalidad del bloque principal.
Las excavaciones para cimentación o desmontaje pueden topar con restos arqueológicos (muros de adobe, sótanos medievales, piezas romanas). En ambos municipios se suele requerir que se contrate arqueólogo acreditado; el informe determina si se recupera, fotografía, conserva o reutiliza. En Aranda, durante un derribo en la calle Postas se hallaron fragmentos de muro medieval que se incorporaron al nuevo zócalo de fachada.
- Diagnóstico previo: con drones, georadar, identidad histórica.
- Programa técnico riguroso: con planos 3D, gestión digital, trazabilidad.
- Derribo selectivo o parcial: preservar fachadas y elementos valiosos.
- Segregación en obra eficiente: formación y recursos tecnológicos.
- Plantas autorizadas y reutilización: convenio con plantas regionales.
- Rehabilitación verde del espacio público.